Islas Madeira: una mirada al Océano Atlántico

Las Islas Madeira es un lugar de ensueño, en medio del Atlántico a merced de los vientos. 


Este archipiélago está compuesto por ­las islas de Madeira, Porto Santo, Desertas y las Selvagens. Las dos primeras son las únicas habitadas, mientras que las dos últimas son reservas naturales de alto valor ecológico.


La capital de Madeira: Funchal

Funchal es capital de Madeira, una ciudad muy agradable que abraza el mar y en cuyo centro conviven las construcciones de un pasado colonial con los más modernos edificios.

Uno de los lugares más interesantes es su cen­tro histórico, el llamado meneado dos lavradores, todo un mundo de sensaciones domina­das por el olor y el colorido de los puestos de frutas (mangos, papayas, fruta de la pasión) y flores (aves del paraíso, orquídeas...).

Muy cerca se encuentra la llamada Lonja de los Pescadores, donde se puede comprobar que el atún y el pez espada son las piezas más cotizadas. Los mejores días de la semana para visitarlo son el viernes y el sábado. 

Un paseo por Funchal 
La capital de Madeira ofrece un interesante núcleo histórico formado por bellas mansiones del siglo XVIII y cuidados edificios gubernamentales que se suceden desembocando en el concurrido puerto. 

Destacan la Sé (catedral) y la Praça do Municipio con la Cámara Municipal, una imponente mansión de! XVIII con un hermoso patio y un interesante museo. Está muy cerca de la Alfándega Velha -antigua aduana, hoy Parlamento regional -y el Museo de Arte Sacra, con su interesante colección de arte y pintura flamenca.

Y nada como hacer una parada en el Café del Museo, para probar dos especialidades de la isla: el pez espada con plátano y una copa del buen vino de Madeira.

Además de pasear por las estrechas callejas del casco antiguo hay que acercarse al museo Quinta das Cruces, que cuenta con magníficas piezas arqueológicas, muebles portugueses e ingleses de los siglos XVI al XIX. piezas de porcelana, azulejos y pinturas, además de un espléndido jardín donde deleitarse con las exóticas especies de la isla.


Uno de los barrios más pintorescos de la capital es Montes, en lo más alto de la colina. Destaca su maravilloso jardín Botánico (Camino do Meio), creado en el recinto dé la antigua quinta do Bom Sueesso y dispuesto en unas terrazas que dominan el valle de la Ribeira. Alberga extraordinarios ejemplares de la flora
de Madeira y ofrece recorridos guiados.

La diversión del barrio para los turistas es el llamado tobogán de Monte o carreiros, un invento que se remonta al siglo XIX. Subido en una cesta de mimbre con soporte de madera, el turista recorre en 20 minutos los 4 km que bajan desde la iglesia del Monte hasta Funchal (20 € por persona). Los conductores utilizan sus botas de goma como freno.

Los vinos de Madeira 
Otro de los grandes atractivos de la isla son sus vinos. El vino de Madeira tiene un sabor muy particular y es muy apreciado desde hace siglos, gracias a la labor de difusión de los comerciantes que hacían la ruta hacia las Indias recalando en las islas y se aprovisionaban del preciado caldo. Para conocer más sobre su historia, lo mejor es hacer una visita guiada a alguna de las numerosas bodegas como la de Blanda (Av Arraiga, 28). Está situada en pleno cen­tro de la capital, y en ella te enseñarán a hacer una pequeña cata de los diferentes productos. 

Hacia el interior de la isla 

Hacia el interior de la isla lo primero que sorprende es su relieve abrupto que ha obligado a los viticultores a realizar sus cultivos en bancales o terrazas, que se riegan por canales que reciben el nombre de levadas.

Si sigues estas canalizaciones de agua te introducirás en una naturaleza dominada por un intenso color verde, salpicado aquí y allá por flores de vivos colores, cascadas de agua y espesos bosques de laurisilva, únicos en el mundo por su extensión. 


Las cumbres de la isla 


Curradas Freirás, Rabaçal o Ribeiro Frío son los nombres de algunas de estas bellísimas levadas, auténtico paraíso para los amantes del senderismo. que están cerca de las Encumeadas, las cumbres de la isla. A lo largo del recorrido, profundos valles y altos picos cons­tituirán todo un regalo para quien se anime a realizar alguna de estas rutas.

Y entre levada y levada, se pueden visitar pueblos llenos de encanto, como Caniçal, anti­guo ecntro ballenero y lugar elegido por John Huston para rodar Moby Dick, es desde 1981 un santuario de mamíferos marinos. Las ofi­cinas de la antigua compañía ballenera aco­gen en la actualidad el museo de la Ballena.

Cámara de Lobos




A poca distancia de la capital está uno de los pueblos pesqueros más pintorescos de la isla: Cámara de Lobos, lugar elegido por Winston Churchill para pintar sus paisajes y uno de los principales centros de pesca del pez espada. 

En las casitas que rodean al puerto hay estu­pendos restaurantes donde disfrutar de las capturas de día. como Vila Do Peixe. La mercancía es fresquísima y está a la vista; tú eliges la parte que quieres y te la preparan a tu gusto.

En Cabo Girao podrás asomarte al promontorio más alto de Europa y el segundo del mundo. Pero para sentirla inmensidad del mar tendrás que acercarte a Ponta Sao Lourenço, el punto más oriental de la isla, que te permitirá disfrutar de una bella puesta de sol.

A Porto Santo en ferry 

El ferry Lobo Marino salva los 37 Km que separan Funchal de Porto Santo. Permi­te también transpor­tar vehículos. Ida y vuelta por persona: desde 60 €. Para más información: Porto Santo Line (Rúa da Praia, 4, Funchal.)

Disfrutar de la playa y de las actividades al aire libre

Si quieres disfrutar de un mar más tranquilo, a orillas de la playa, lo mejor es tomar un barco rumbo a la pequeña isla de Porto Santo, a unos 50 km de Madeira. Si en esta última predomina el color verde, en la isla de Porto Santo son los ocres, por ello recibe el nombre de la isla dorada. En verano sus casi 10 km de playa de fina arena dorada son el destino preferido por los bañistas y los amantes de los deportes acuáticos. 

Además de sus indudables atractivos marineros, en la isla se encuentra también la Casa do Colombo, un edificio que se restauró con motivo del  V Centenario del Descubrimiento y que guarda datos y archivos sobre la vida de Cristó­bal Colón, quien conoció precisamente te en Porto Santo a la que sería su mujer: Filipa Moniz.

Otra de las actividades más extendidas en la isla es la de montar a caballo por la costa (Cen­tro Hípico de Porto Santo) mientras se admira el mar y las pequeñas islas que la rodean. Otro de los nuevos atractivos que ofrece la isla es el golf  junto a unos acantilados de vértigo.

Para comer  

Para comer uno de los sitio más emblemáticos es el restaurante O Calhetas, en Sitio da Calheta, un agradable local junto al mar en el que degustar el fresco pescado.

Cómo moverse  

La complicada geografía de la isla no deja más opción que moverse en coche. Sus 738 km de extensión se pueden reco­rrer fácilmente en unas horas y hay que tener en cuenta que apenas hay transporte público. En Funchal, los taxis poseen tarifas razonables. En los restantes concejos habrá que tomar los llamados taxis letra A, con un míni­mo a cobrar prefijado y una tarifa por kilómetro,

Dónde dormir: hoteles en Madeira

Quinta BelaVista (Caminho de Santo Antonio, 52). Este establecimiento recuerda a los antiguos hoteles ingleses de la época colonial. Cuenta con un magnifico spa.

Golden Residence (Rúa do Cabrestante 25, Funchal.), Un mundo de diseño y funcionalidad unidos para ofrecer el máximo confort. 

Reid's Palace (Estrada Monu­mental, 139. Funchal). Establecimiento que ha alojado, entre otros, a Gregory Peck y Wínston Churchil. Posee 128 habitaciones de lujo, 35 suítes, terrazas que se asoman al mar piscinas exteriores y un buen spa.



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