Decir Las Hurdes es pensar en pobreza y atraso -como reflejó Luis Buñuel en el documental Las Hurdes, tierra sin pan, un tópico difícil de erradicar. Pero para quien quiera saber, más allá de los clichés inamovibles, a Las Hurdes llegaron ya Internet, el teléfono móvil, las videoconsolas y los televisores de plasma.
Turismo Rural
Olvidados durante generaciones en la esquina más desfavorecida de Extremadura, los valles hurdanos navegan ya muy lejos de esa tópica imagen de atraso y marginación. Es más, ese sambenito se vuelve ahora a su favor en un mercado que valora el turismo rural y la autenticidad de los rincones perdidos.
Es verdad que la tala excesiva ha diezmado su cubierta vegetal y que algunos de sus pueblos han estropeado la estampa tradicional con edificaciones modernas, pera en Las Hurdes aún se puede disfrutar de la esencia de una arquitectura basada en la piedra y la pizarra.
Ríos que labran el paisaje
Para ver esas Hurdes todavía medio intactas hay que llegar hasta Vegas de Coria y allí remontar el río Hurdano, el corazón de la comarca. O perderse por los meandros del Alagón que, pese a nacer cerca, en la Peña de Francia, discurre manso y represado por la cercanía del embalse de Gabriel y Galán. El paisaje se hace más abrupto, con laderas escarpadas de pizarras y esquistos surcadas por arroyos, en cuyo fondo crecen bosques de ribera de alisos, fresnos y sauces. En el soto bosque abundan el brezo rojo y, en las zonas más altas, los piornos.
Valle arriba aparece Aceitunilla, con una estampa soberbia de tradición arquitectónica hurdana. No hay forma de entrar con el vehículo por estos tortuosos viales, por lo que se impone deambular a pie por las intimidades de un pueblo sacado del olvido en el que vuelve a hacerse patente, sin mucho esfuerzo, la dura lucha de sus habitantes por la subsistencia.
Ríos que labran el paisaje
Para ver esas Hurdes todavía medio intactas hay que llegar hasta Vegas de Coria y allí remontar el río Hurdano, el corazón de la comarca. O perderse por los meandros del Alagón que, pese a nacer cerca, en la Peña de Francia, discurre manso y represado por la cercanía del embalse de Gabriel y Galán. El paisaje se hace más abrupto, con laderas escarpadas de pizarras y esquistos surcadas por arroyos, en cuyo fondo crecen bosques de ribera de alisos, fresnos y sauces. En el soto bosque abundan el brezo rojo y, en las zonas más altas, los piornos.
Valle arriba aparece Aceitunilla, con una estampa soberbia de tradición arquitectónica hurdana. No hay forma de entrar con el vehículo por estos tortuosos viales, por lo que se impone deambular a pie por las intimidades de un pueblo sacado del olvido en el que vuelve a hacerse patente, sin mucho esfuerzo, la dura lucha de sus habitantes por la subsistencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario