Para visitar Petra hay que estar en forma y preparado. En primer lugar, para pegarse unas caminatas de campeonato: todo el recinto arqueológico y natural debe inspeccionarse a pie, y ello toma varias horas cada día.
.jpg)
En segundo lugar, hay que estar listo para sufrir un calor que derrite los huesos la mayor parte del año o, por el contrario, un frío cortante que puede devenir en nevada si el recorrido se realiza en pleno invierno. Pero, sobre todo, hay que estar dispuesto a sufrir una de las conmociones visuales más impactantes que un viajero pueda experimentar.
Cómo llegar
La localidad de Wadi Musa es la puerta de entrada del recinto. Hay autocares que salen a diario de la capital jordana, Amman, aunque el taxi con un precio concertado anteriormente también puede ser una posibilidad.
Acceso a Petra
El cañón del Siq por el que se accede a Petra, es en sí una maravilla. Apenas un kilómetro en el que el visitante discurre entre altas paredes de roca que, en un amago dramático, se estrechan al mínimo antes de desembocar frente al Tesoro (Khazneh). Entonces el viajero encuentra la joya de los nabateos, la fachada de un templo excavado en las paredes rosas de las montañas Shara.
.jpg)
Encrucijada de caminos
Petra es una ciudad que se levanta en una encrucijada de las rutas caravaneras de hace 2000 años, cuando los nabateos decidieron sedentarizarse e instalar allí una estación de peaje.
Desde que el suizo Johann Ludwig Burckhardt la descubriera para los occidentales en 1812 y el escocés David Roberts la dibujara en 1839, Petra llama a los viajeros a admirar sus maravillas: un teatro con capacidad para 8 000 personas ganado a pico y pala, un desfiladero, laderas convertidas en monumentos, más de 800 tumbas robadas a la piedra arenisca, un edificio grandioso (el Deir o Monasterio) emplazado en lo alto de una montaña. .. Todo llama a la leyenda en Petra. Y eso en una extensión enorme que reclama varios días de visita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario