El desierto del Neguev: la lucha de Israel contra el medio

El mismo nombre de este desierto, que en hebreo sig­nifica "árido", invoca una imagen de accidentados e inhóspitos yermos.
 
Sin embargo, la extrema seque­dad del Neguev, tan extrema como indica su propio nom­bre, no le impide albergar un gran número de florecientes comunidades agrícolas, sustraídas al desierto por la tenaci­dad y la fuerza de voluntad de los colonos israelíes.
 
La mitad del territorio de Israel

Pero no nos engañemos, el Neguev no es el típico desier­to de palmeras y dunas, sino una infinita combinación de ecosistemas desérticos que comprende barrancos, páramos pizarrosos, erosionados cañones, amenazadores volcanes, frondosos oasis... Con sus 12.000 kilómetros cuadrados de tierras que se extienden entre el mar Muerto, Jordania y Egipto, el Neguev ocupa más de la mitad del territorio de Israel, pero acoge a menos del 10% de la población total del país.

Un paseo por el desierto
 
La travesía del Neguev desde el sur hasta el norte, anta­ño imposible a causa de las abruptas montañas, el tormento de la sed y las bestias feroces, puede hacerse hoy por una simple carretera que une el golfo de Aqaba con el mar Muer­to. Lo mejor es hacer el trayecto en todoterreno, a veces a pie, para admirar, lejos de los caminos trillados, las grandes bellezas que alberga este desierto.
 

Una de las primeras eta­pas es el valle de Timna, fantástica escenografía pétrea mol­deada por las erosiones, que encierra una de las explotacio­nes de cobre más antiguas de la humanidad. Para apreciar sus secretos y poder contemplar sus cambiantes lunares, hay que recorrerlo a pie. Sólo así pueden admirarse, en toda su desolada grandeza, las grandes losas de piedra gris y rosa, las extensas coladas de piedra y ese extraño valle en que se yerguen, como extrañas criaturas, grandes rocas en forma de seta, de castillo, de esfinge...

Lugares bíblicos

No muy lejos de Timna, hacia el nordeste, se alza Har Harkom, la cumbre que, a la luz de las investigaciones arqueo­lógicas más recientes, coincidiría con el bíblico monte Sinai donde Moisés recibió las Tablas de la Ley. Y luego está Maktesh Ramón, un cráter ovalado que, a pesar de sus extraordinarias dimensiones, aparece repentinamente, como una estremecedora visión, en el centro del mismo desierto. Con sus 40 kilómetros de largo por 12 de ancho, es el mayor cráter de los cinco que hay en el Neguev.
 

Maktesh Ramón puede atravesarse, mitad a pie mitad en todoterreno, por la antigua ruta de las caravanas de los nabateos.

Cómo llegar
Un buen punto para iniciar la travesía de este desierto es Eilat, en el golfo de Aqaba. Hay que alquilar un jeep y los servicios de un guía. El desierto es muy traicione­ro y no es aconsejable aventurarse a descubrirlo sin un experto.
 
La mejor época es entre marzo y junio. En verano hace mucho calor y en invierno, frío. Para saber más, la pagina www.negev.org ofrece información sobre el desier­to y los proyectos que en él se llevan a cabo.
 

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