Es el gran país del Himalaya. La cuestión tibetana, nación en manos de China, es uno de los grandes conflictos internacionales en la actualidad.
La civilización tibetana se forjó gracias a su aislamiento en un altiplano rodeado de cordilleras que superan los 8.000 metros de altitud. Sus habitantes, unos seis millones, hablan una lengua de la familia birmano-tibetana, usan un alfabeto derivado del sánscrito y practican el lamaísmo. Su líder espiritual, el Dalai Lama, era también el soberano político del país.
Ocupaciones chinas a lo largo de la historia
Un país muy diferente a la China de los trigales y arrozales. Sin embargo, la postura oficial de Pekín es que el Tíbet es parte "inalienable" de la patria china. ¿Sus razones? Que en el siglo VII un rey tibetano se casó con una princesa china; que el Tíbet fue conquistado en el siglo XV por Gengis Khan igual que China, y que fue de nuevo tomado por los manchúes, a la sazón amos de China, en 1720.
Independencia del Tíbet
En 1912, tras el derrocamiento del último emperador manchú y la proclamación de la República de China, el Tíbet se declaró independiente. Sin embargo, en 1950, el dirigente chino Mao Tse Tung lo invadió y el Dalai Lama tuvo que aceptar un tratado que daba a China el control de la defensa y las relaciones exteriores, aunque reconocía la autonomía interna.
Represión violenta de China en el Tibet
Pero el acuerdo no se respetó. En 1959 estalló una sublevación y el Dalai Lama huyó a India, mientras el ejército chino emprendía una dura represión y la destrucción de los monasterios y templos, excepto cuatro. Desde entonces, las revueltas se han sucedido, las últimas en 2008.
Cualquier visitante podrá descubrir que el fervor de los tibetanos por el Dalai Lama es casi unánime y las ansias de libertad, palpables. El gobierno chino acabó con la esclavitud de los siervos, el feudalismo y mejoró el nivel de vida, pero a un precio elevado: persecuciones y encarcelamientos, asesinatos, un genocidio cultural que no cesa y la colonización de millones de inmigrantes chinos hasta el punto de convertir a los tibetanos en minoría en su propia tierra.
El Dalai Lama y la difícil solución al conflicto
Durante años, el Dalai Lama ha pregonado una solución basada en la no violencia, pero la nueva generación de tibetanos se radicaliza ante el fracaso de esta vía. Y en cualquier momento puede estallar una revuelta generalizada que las autoridades chinas no dudarían en ahogar en sangre.
El Dalai Lama lo sabe. Y sabe que toda solución de futuro pasa por la democratización de China. Por eso está dispuesto a renunciar a la independencia y aceptar una autonomía auténtica, siempre que englobe todo el Tibet histórico. Pero Pekín, que le acusa de fomentar la lucha armada, se niega. No hay visos de solución inmediata.
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