La Gran Muralla china: una de las siete maravillas del mundo

Es posible que no se vea desde La Luna, pe­ro la Gran Muralla no necesita de exagera­ciones para ser uno de los principales ex­ponentes de la capacidad constructora del ser humano.

Con 5.200 kilómetros de este a oeste, y una historia que abarca más de dos mil años, todos los calificativos son superlativos. No es de extrañar que ahora haya sido elegida una de las nuevas siete maravillas del mundo

Sudorosos y con la lengua fuera, a quienes ascienden hasta uno de los puntos más elevados del símbolo chino por excelencia, las vistas les recompensan el esfuerzo. No importa la época del año, la Gran Muralla no decepciona: cubierta por un manto blanco en invierno, relaja­da sobre una alfombra multicolor en primavera y ocre en otoño, o envuelta por la niebla en verano.

Restauraciones de dudoso gusto

En un principio, la muralla nació como tres proyectos de tres emperadores diferentes. Hasta que llegó Qin Shi Huang, quien, al unificar el país, decidió hacer un frente común contra los "bárbaros del norte". Así. en 224 a.C, nació la Gran Muralla como tal, a la que las dinastías siguientes contribuyeron con secciones nuevas.

Ahora, la mayor parte ha desaparecido o se encuentra en ruinas, salvo algunos kilómetros al norte de Pekín, donde el gobierno ha restaurado a modo de parque temático, la sección más visitada, hasta el punto de que recorrerla puede resultar tan relajante como un viaje al centro comercial en sábado... Al contrario de lo que sucede en Jinshaling, Mutianyuo Simatai, donde la historia aun se siente. 


Los recorridos en estos tres puntos requieren un buen estado físico, aunque no hay que llevar provisiones: siempre hay alguien que aparece de la nada con refrescos, cerveza, snacks y hasta whisky Jack Daniels. Y es que, este monumento tampoco esca­pa al tirón comercial de la China del siglo XXI. 

Cómo llegar

Aunque se puede visitar en muchos lugares, por razones de comodidad la mayoría se acerca a las secciones cercanas a Pekín. Desde España, varias compañías vuelan hasta la capital china por un mínimo de 650 euros, ida y vuelta. Desde allí, lo mejor es alquilar un coche con con­ductor. 

Las dos estaciones mas agradables para realizar la visita son la primavera y el otoño. En verano el calor es intenso (las temperaturas pueden superar los treinta grados), mientras que en invierno el mercurio rara vez supera el cero.  

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