Breve guía de Irlanda del Norte

Los condados del nordeste de la isla oficial­mente forman parte del Reino Unido, lo que implica, entre otras cosas, que el euro ya no es la moneda local, sino la libra esterlina. 

Irlanda del Norte es un lugar desconocido para muchos. Sin embargo es un lugar de ensueño, un lugar para dejarse llevar con maravillosos parajes que exponemos a continuación. 

La capital Belfast 

Bañada por el río Lagany con una pobla­ción en torno a los 300.000 habitantes, Belfast conserva en su centro algunos edifi­cios de interés, como el Ayuntamiento, con torres y una cúpula de más de 50 metros de altura; el Gran Teatro de la Ópera, que data de 1895, aunque ha sido restaurado en varias ocasiones; o la catedral de principios de siglo XX, con trabajados mosaicos. También merecen una visita el Crown Liquor Salón y la zona de los Entries, con sus estrechos callejones animados por tabernas, incluida la White's Tavern, la más antigua de la ciudad (1630). 


Ligeramente al norte del centro, la catedral de Santa Ana tardó un siglo en ser con­cluida y ahora muestra en su interior elabo­rados mosaicos de principios del siglo XX. Otros edificios de interés cercanos son la Clifton House, del siglo XVII; el victoriano Banco del Ulster, y el Banco de Irlanda, de estilo modernista. Tras su remodelación, la zona ha tomado un aire bohemio con talleres, galerías de arte y pubs. Las mejoras también han llegado a los márgenes del rio, donde se han restaurado edificios antiguos y se han levantado otras nuevos, como el moderno Odyssey Complex, donde se ce­lebran exposiciones y conciertos, un museo de ciencia interactivo y varios bares y restaurantes. 

Otras rincones de la capital o próximos a ella que merecen una visita son la Cave Hill, con su castillo decimonónico y buenas panorámicas de la ciudad, y el edificio de estilo Tudor de la Universida de Belfast occidental que cuenta con varios enclaves que recuerdan la trágica historia reciente de Ir­landa del Norte, incluidos numerosos mu­rales. 

Por otra lado, la Milla Dorada es una arteria con multitud de pubs y restaurantes que concentran buena parte de la anima­ción nocturna de Belfast. Se puede tomar un respira en el jardín botánico y los cerca­nos museos del Ulster y de Transportes, así como visitando el recinto arqueológico de SianfsRing y el Stormont, un enorme edi­ficio que fue construido en 1928 para alber­gar el Parlamento de Irlanda del Norte. 

Al este de Belfast, ya en el condado de Down, merece una visita la mansión Mount Stewart. enorme palacio del siglo XIX ro­deado por unos espléndidos jardines crea­dos en 1920 siguiendo diferentes estilos. 

La calzada del gigante 

Buen nombre, pues nadie salvo un gigante - en este caso la propia naturaleza - podría ser capaz de tallar una obra como ésta. Se trata de miles de columnas basálticas cor una forma hexagonal casi perfecta - aunque también las hay con cuatro, cinco o hasta diez lados - que emerge del mar hasta alcan­zar distintas alturas. El paisaje es espléndido desde casi cualquier punto, pero sobre todo asomándose al mirador de Chimney Tops

Si se dispone de tiempo y ganas es recomen­dable tomar un sendero bien señalizado que, tras unos quince kilómetros en dirección este, alcanza Ballintoy. Otra actividad factible es el tren turístico que une la propia Calzada con el pueblo de Bushmílls para visitar la destilería de whis­ky con la licencia más antigua del mundo. 

Condado de Derry 

Bañada por el río Foyle, Derry, y en especial el barrio obrero de Bogside, fue escenario a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970, de los más crudos enfrentamientos entre partidarios del IRA y el ejército británico. Las cosas han cambiado y hoy es una ciudad tranquila que merece una visita. Entre los tesoros que guarda des­taca su muralla del siglo XVII, con muros de ocho metros de altura y nueve de grosor. 

Pa­ra comprender mejoría historia de Derry se puede visitar el Tower Museum, con refe­rencias a la Armada Invencible española. También merece un alto la catedral de San Columbano, del siglo XVII la primera funda­da en las Islas Británicas después de la Re­forma protestante. La ciudad goza además de una animada vida cultural y un creciente números de pubs y restaurantes. 

Restos megalíticos de Beaghmore

Es un páramo de las montañas Sperrin, en la frontera entre Derry y el condado de Tyrone, donde se concentran más de cuarenta monumen­tos prehistóricos que datan al menos del año 1200 a.C. Hay varios menhires, y aunque las piedras que los forman no son muy grandes, llama la atención su número.


Lago Erne 

Está adornado por numerosas islas que es­conden interesantes restos arqueológicos y edificios históricos. En sus orillas, la princi­pal ciudad es Enniskillen, dominada por un robusto castillo, mientras que Belleek es cé­lebre por su cerámica. Entre las islas destaca Devenish, accesible en ferry, con los restos de su monasterio del siglo VI, que llegó a ser el más importante del área durante casi mil años.

La isla de White

Llama la atención su magnifica y bien conservada torre cilindrica del siglo XII y casi 25 metros de altura. También en ferry se al­canza la isla de White donde, incrustadas en los deteriorados muros de una iglesia ro­mánica, aparecen seis figuras paganas cuyo origen aún no está del todo clara, aunque se piensa que datan del siglo IX. Por último, la isla de Boa, conectada a tierra por varios puentes, alberga un singular y pétreo ídolo celta con dos caras humanas talladas. No le­jos del lago, se encuentra la cueva del Arco de Mármol, con diversas formaciones cal­cáreas, que se visita a pie y en barca.


El sur o región de Mourne 

Ocupando la esquina sudeste del territorio norirlandés, esta re­gión está presidida por los montes homóni­mos, unas cumbres de granito que pueden rodearse saliendo desde Newcastle y cru­zando por el interior hacia la tranquila pobla­ción de Rostrevor, para luego bordear toda la costa. Muy apreciada por senderistas y afi­cionados a la escalada en roca, en esta zona también puede verse el dolmen de Legananny, no sólo atractivo en sí mismo - es uno de los más célebres de Irlanda del Norte -, sino porque desde su enclave se disfruta de exce­lentes vistas de los montes Mourne. 

Armagh

Con dos catedrales de San Pa­tricio, una católica y otra anglicana, ésta es una de las ciudades más influyentes del país en cuanto a lo que a religión se refiere. Además de estos dos templos, también merece la pena visitar su observatorio, que data del siglo XVIII, y es aún puntera en Ir­landa del Norte. También requieren una vi­sita la zona del Malí, convertida en parque, y, sobre todo, el cercano fuerte Navan, uno de los principales lugares prehistóricos del territorio norirlandés, que debió vivir su mayor apogeo en el siglo XII a.C.


El condado de Donegal 

Con un cén­trico castillo, Donegal es la capital del con­dado. Muy cerca se halla la playa de Ross-nowlagh. Y a no mucha distancia están también las poblaciones de Ardara y Killybegs. La primera es un importante cen­tro textil donde se pueden comprar buenos jerseys, mientras que la segunda, principal puerto pesquero de Donegal. 

Es célebre por sus alfombras, algunas de las cuales ador­nan el castillo de Dublin y otros palacios eu­ropeos. También en esta parte de la costa destaca la isla de Arranmore, con bellos ris­cos, cuevas y playas de arena. Por último, una cita obligada son los Slieve League, que con sus 600 metros de caída son los acanti­lados más altos de Europa. Se pueden reali­zar caminatas por la zona, aunque si hace mal tiempo puede ser peligroso.

Península de Inishowen 

Ocupa el extre­mo septentrional de Irlanda -el límite lo marca el cabo Malín- y entre sus atractivos destacan algunos restos arqueológicos, co­mo el fuerte Grianan og Aileach, que data de hace más de dos mil años, aunque lo que se ve hoy sea producto de una reconstruc­ción parcial del siglo XIX. Accesible desde Derry, en Irlanda del Norte, es un buen desti­no para los aficionados a observar aves.

Litoral norte 

Además de la bella penínsu­la de Inishowen, la costa septentrional dé la República de Irlanda esconde otros atracti­vos, como Bloody Foreland, llamado así por la tonalidad roja que adquieren sus acantila­dos al atardecer; el cabo Horn, poblado por aves y adornado por brezo, que se a alza casi doscientos metros sobre el Atlántico y ofre­ce exquisitas vistas del mar y los montes del interior, o la isla deTory, donde todavía pue­de disfrutarse de la cultura tradicional irlan­desa. 

Sin olvidar las penínsulas de Rosguill, con sus acantilados y un castillo del siglo XVI y Fanad, con la población de Rathmelton, dominada por sus casas georgianas. 

Montes Derryveagh 

Con su cumbre en el pico Errigal de  751 metros, estos montes cuentan con bellos paisajes, sobre todo en el Parque Nacional Glenveagh, plagado de ciervos rojos. 

Destacan en la zona el va­lle del lago Veagh, con el castillo de Gleveagh, del siglo XIX, y Poisoned Glen, con sus afilados acantilados.

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